Corrían los primeros años 70's y como he comentado en otros artículos, nuestro Departamento de Neurociencias contaba con una computadora de 32 Kilo Palabras de 12 bits, un lector de cintas perforadas y de una máquina de escribir extendida para poder perforar cintas.
En esos tiempos las computadoras eran escasas, muy escasas, y eso hacía que su utilización como tal estuviese en manos de grandes ministerios o de grandes empresas, pero era muy raro que un pequeño departamento contase con una. El trabajo abnegado del personal del Departamento que anterior a mi entrada en él y utilizando muchas horas de tiempo de máquina en horario extra en el Instituto Central de Investigación Digital hicieron que éste les otorgase una, primero con solamente 16 Kilo Palabras.
Para lograr que toda la maquinaria humana y técnica asociada a una computadora trabajase pues se crearon los llamados "Centros de Cálculo" donde habían máquinas de perforar cintas y tarjetas, con sus correspondientes operadores humanos, impresoras de papel que directamente de las tarjetas o cintas imprimían, operadores humanos de la computadora como tal, humanos programadores, analistas de sistemas, analistas de datos, analistas funcionales, analistas orgánicos, y otras categorías que nosotros los humanos habíamos creado para poder hacer frente a todo problema que nos planteasen.
Pero también todo lo anterior conllevó a una extensa burocracia que atenazaba entre barrotes el acceso a las computadoras como tal, lo que hacía prácticamente imposible que un programador trabajase libre y directamente con la computadora para la cual programaba. Tengan en cuenta que los locales con equipamiento estaban climatizados, con deshumidificadores, controles de polvo, pisos y paredes especiales, se usaba ropa y zapatos "ad-hoc", y estaban aislados de todo el resto de las oficinas o lugares de trabajo "normal".
Cuando la computadora "cayó" en nuestro departamento la situación era totalmente distinta, ya que pese a contar con aislamiento, climatización, deshumidificadores y demás, se consideraba por todos como un equipo de laboratorio al que todos podían acceder y todos podían y debían tratar de utilizar para su trabajo y por ende sacarle partido. Sin trabas, sin burocracia, directamente.
Entonces "nos cae una inspección de arriba" y tratan de forzarnos para que creemos una "Sección de Centro de Cálculo" y una plantilla laboral que respondiese a lo que ellos pensaban que era la forma "correcta" de trabajar, y no la forma "alocadamente directa" con la que trabajábamos nosotros.
Discusiones iban y venían, hasta que el genio de nuestra jefa, la Dra. Thalía Harmony, me dijo: "¿Octavio, si eres Jefe de Sección de Centro de Cálculo no cobrarías un mayor salario?" a lo que respondí que sí, y entonces terminó diciendo Thalía: "Entonces a qué esperamos, ¡Bienvenida la Sección de Centro de Cálculo!".
Y así fue como pasé de Programador a Jefe de Sección de Centro de Cálculo. Centro de Cálculo el que por cierto nunca tuvimos en la realidad.
Octavio Báez Hidalgo.
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